Los legisladores, inversionistas, accionistas y gobiernos de todo el mundo presionan a las empresas para que incorporen las prácticas Ambientales, Sociales y de Gobernanza (Environmental, Social and Governance, ESG) en sus operaciones y estrategias, y este enfoque seguirá en aumento. Es más, los consumidores están ponderando y compartiendo sus experiencias y opiniones sobre las empresas por medio de las redes sociales y luego toman decisiones de compra en consecuencia.
La responsabilidad social, la reputación, el liderazgo y la transparencia corporativa nunca han sido tan importantes. Las empresas que se dedican a los bienes de consumo, los alimentos y el comercio minorista deben estar preparadas y contar con una estrategia de ESG que demuestre sus valores como ciudadanos corporativos responsables y garantizar que estos valores se implementen de manera transparente y auditable en toda la cadena de suministro.
ESG cubre un amplio espectro de asuntos que trascienden los problemas ambientales: entre ellos, diversidad en el empleo, prácticas en el lugar de trabajo y transparencia en la contabilidad, así como responsabilidad de la cadena de suministro de extremo a extremo, incluida la contratación de productos, la fabricación y la gestión del ciclo de vida del producto, las rutas al mercado, la logística de la milla final y la gestión y reducción de residuos. Hay mucho que considerar.
Aunque puede haber una dicotomía percibida entre los problemas de ESG y las demandas para aumentar la rentabilidad y mejorar los márgenes, la atmósfera del mercado y el comportamiento de compra del consumidor han comenzado a reducir la brecha entre estos dos objetivos. Como resultado, las empresas deben comprender cabalmente los problemas de ESG e integrarlos en el modelo y la estrategia de negocio si quieren a seguir siendo rentables. Las empresas que no aborden estos problemas se arriesgan a exponerse a litigios (en especial en jurisdicciones globales donde las demandas colectivas están en aumento), incumplimientos regulatorios y daños para la reputación, así como a afectar los resultados finales y las oportunidades de inversión.
BIENES DE CONSUMO
Muchas empresas dedicadas a los bienes de consumo ven esta forma emergente de pensar como una oportunidad y no esperan que las fuerzas regulatorias impulsen el cambio. Valoran el ahorro en los costos que surge de la eficiencia energética y la reducción de la producción de carbono en todas las etapas de la cadena de suministro. Toman medidas para disminuir su dependencia de los combustibles fósiles y recurren a energías renovables; también utilizan métodos operativos OPTIMIZADOS para reducir los desechos, lo que hace posible reducir los costos y mejorar la sostenibilidad a largo plazo.
Además, recurren a nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y la Internet de las cosas, que pueden promover beneficios ambientales y de costos al apoyar una mayor eficiencia y facilitar un pronóstico más predictivo y eficaz de la demanda, así como el intercambio de capacidad para el almacenamiento y la logística. Actualmente, las marcas de bienes de consumo se ven frente al escrutinio por las formas en las que gestionan el ciclo de vida de su producto. Los consumidores quieren que los minoristas les muestren cómo se fabrican los artículos y qué materiales se utilizan. Esta transparencia puede lograrse mediante la implementación de soluciones de cadena de bloques, la cual permite crear registros contables digitales de transacciones, que no pueden ser alterados. Esta tecnología tiene el potencial de ser transformadora para el sector de bienes de consumo, ya que reduce las barreras y aumenta la visibilidad, la confianza y la interoperabilidad entre las distintas partes de la cadena de suministro. Muchas empresas también están implementando cadenas de valor de circuito cerrado, a fin de gestionar desechos, reducir peligros ambientales y promover el reciclaje. A modo de ejemplo, los productos de consumo duraderos, como los electrodomésticos para la cocina, tienen un alto impacto ambiental: al final de su vida útil, pueden ir directamente a rellenos sanitarios, en lugar de ser reciclados; y a menudo contienen sustancias químicas dañinas que se liberarán cuando no se los desecha correctamente. Las cadenas de valor de circuito cerrado aplicadas a dichos productos fomentan la eliminación segura y el reciclaje efectivo. La gestión y el reciclaje de residuos son aspectos cada vez más importantes de la estrategia comercial en este sector.
ALIMENTOS Y BEBIDAS
Para el sector de alimentos y bebidas, es probable que el aspecto más publicitado de ESG surja del enfoque cada vez más centrado en los problemas de salud. Un claro ejemplo: el problema mundial de la obesidad que la Organización Mundial de la Salud ha dado en llamar epidemia mundial. En la actualidad, más de 650 millones de personas aparecen registradas como obesas, y son considerables ya las ramificaciones para las sociedades, como vidas más cortas, una gran cantidad de problemas de salud relacionados, como enfermedades cardíacas y diabetes. Se insta a las empresas de alimentos y bebidas a demostrar su compromiso en ayudar a abordar esta crisis. Para ello, deben hacer que sus ingredientes sean más saludables, afrontar los precios de los alimentos más saludables y restringir la comercialización de alimentos no saludables. Los gobiernos también están desarrollando nuevas formas de reducir la obesidad, lo que incluye brindar educación a las personas sobre sus opciones, introducir impuestos para productos como bebidas azucaradas y cambiar las regulaciones de etiquetado.
También hay una tendencia cada vez mayor hacia la tendencia a “volverse saludable” y ser un “consumidor consciente”: la búsqueda de un estilo de vida más saludable y más sensible con el medio ambiente, en especial entre los adultos jóvenes, lo que incluye reducir la ingesta de carne, beber menos alcohol (o no consumirlo en absoluto) y consumir productos que no solo sean orgánicos, sino que además se obtengan éticamente. Son estas tendencias las que influyen en la inversión y el desarrollo de nuevos productos como, por ejemplo, bebidas gaseosas con bajo contenido de alcohol y alternativas sin carne. Los principales motores detrás del consumismo consciente son los siguientes:
- Preocupaciones sobre salud a escala personal y social.
- Inquietudes éticas/de bienestar animal.
- Impacto ambiental del consumo de carne y del envío internacional de alimentos.
- Seguridad de los alimentos.
- Y, más recientemente, la COVID-19 y las posibles pandemias del futuro.
Debido a que una parte importante del consumismo consciente se refiere a los ingredientes y la procedencia, es probable que veamos la cadena de bloques adoptada como un medio para crear un registro permanente, inmutable y transparente de cada eslabón en la cadena de suministro, incluido el abastecimiento de ingredientes y la supervisión de las condiciones de la fábrica, el almacenamiento y el transporte. El uso de la cadena de bloques para hacer un seguimiento y registrar la vida útil de un producto también hará que los retiros de productos sean más sencillos y eficientes.
Otro aspecto de ESG que es relevante para las empresas de alimentos y bebidas es el etiquetado y el empaque de los alimentos. Durante muchos años, miembros destacados de la industria han instado a reformas legales con el objetivo de garantizar que las etiquetas y los envases de los alimentos fueran estándares en toda la industria, pero también claros y comprensibles para los consumidores, al tratar de tomar decisiones saludables.
La gestión del ciclo de vida de los productos es otro tema focal para la industria de alimentos y bebidas. Desde hace años, la industria ha utilizado gran cantidad de plásticos de uso único, pero tanto los gobiernos como los consumidores están rechazando esta práctica, y exigen que los plásticos se reciclen de manera confiable o incluso que no se los utilice en absoluto en el empaque. Muchos minoristas han tenido esto en cuenta, y se ha observado una reducción masiva en el uso de plástico en toda la industria.
COMERCIO MINORISTA
Los residuos son una preocupación de sostenibilidad prioritaria en el sector minorista. Quizás, el aspecto más importante de esto sea la llamada moda rápida. Las marcas de ropa basan su actividad en la comercialización de productos de temporada, para consumidores interesados en mantenerse a la moda. Pero a menudo, al final de una temporada, estos productos simplemente se desechan, lo que crea enormes desperdicios y obstruye los rellenos sanitarios. Los consumidores son cada vez más conscientes de sus hábitos de compra y de las consecuencias ambientales de desechar armarios completos al final de cada temporada. Las empresas dedicadas al comercio minorista y la moda tendrán que encontrar una manera de abordar este problema y equilibrarlo con la presión en sentido contrario con respecto a precios y márgenes.
Los desechos no se limitan solo a marcas asequibles de moda rápida: las marcas de lujo también tienen problemas con sus residuos. Por ejemplo, el proceso de corte de patrones puede dejar grandes cantidades de residuos. También observamos una atención negativa centrada en las marcas de lujo, a las que se acusa de quemar el inventario no vendido para mantener su exclusividad percibida.
Todo esto ha llevado a una mayor preocupación de los consumidores sobre los problemas de ESG en el comercio minorista. Los consumidores quieren saber de dónde provienen los artículos y cómo se fabrican. También quieren saber cómo las marcas tratan a sus empleados, entre ellos los empleados de sus subcontratistas y proveedores. Además, ciertas ONG suelen defender los intereses de los trabajadores en las fábricas en las que las prácticas no son éticas, y ven la tarea de echar luz sobre estos problemas como su deber moral. Se espera que las empresas asuman la responsabilidad por cada aspecto de su producción, y quienes que no estén a la altura de manera transparente posiblemente tendrán que enfrentar las repercusiones: notoriedad en las redes sociales, boicots del consumidor, medidas regulatorias e impacto duradero en la reputación y el comercio.
El problema de cómo el consumidor recibe el producto también es clave. La COVID-19 ha acelerado la transición hacia las compras en línea. Los problemas de ESG en torno a la logística y, en particular, los residuos generados en el proceso de entrega y el impacto ambiental de las ineficiencias en la milla final son más visibles para el público y, como resultado, están sujetos a un mayor escrutinio. Este es un problema con el que la industria ha lidiado varios años desde una perspectiva de rentabilidad, pero que ahora también se está examinando desde la perspectiva de ESG. El uso de vehículos eléctricos en la milla final, en especial en áreas urbanas, se está volviendo cada vez más frecuente, y también prevemos un aumento en el uso de tecnología que ayude en la programación dinámica de entregas y el intercambio de capacidad dentro de los vehículos. De igual modo, el problema de los plásticos de un solo uso para las entregas también es cada vez más frecuente: las marcas están bajo una creciente presión para reducir el empaque plástico y usar materiales totalmente reciclados (y reciclables).
Por último, otro aspecto clave de ESG en el espacio del comercio minorista surge del uso y la seguridad de los datos de los consumidores. La experiencia de compra en línea hace que sea más fácil para los consumidores comprar los productos a un minorista, pero también expone a las empresas y a los consumidores al riesgo de un ataque cibernético. Además, algunas empresas han buscado monetizar los datos de los consumidores, y así se plantean más problemas en cuanto a la privacidad. Las empresas con prácticas transparentes en el manejo de los datos y transparencia en torno a cómo manejan las infracciones de seguridad tienen más probabilidades de ganar y mantener la confianza del consumidor.
Comuníquese con nuestros líderes de ESG para analizar las implicaciones que tienen estos problemas para su empresa.